Sin etiquetas
Call me crazy if you want but…
Desde que comencé a ser más estricta conmigo misma para generar mi propio contenido, dejar de lado el “ay me gustaría hacer X…” a medio suspiro y simplemente comencé a agendarme el tiempo para hacerlo… Las piezas comenzaron a caer solas.
Call me crazy if you want but… Desde que comencé a ser más estricta conmigo misma para generar mi propio contenido, dejar de lado el “ay me gustaría hacer X…” a medio suspiro y simplemente comencé a agendarme el tiempo para hacerlo… Las piezas comenzaron a caer solas.
Pasé por momentos de control freak en los que me mataba en pensar cada mínimo detalle y en argumentarme el por qué / para qué de cada idea. ¡¡Agotador!!
Dejé de disfrutar lo que hacía a consecuencia de mi propio juicio.
Decidí no solo pensar que solo hablo con una persona en particular, sino que la respuesta o el argumento a cualquier juicio auto-impuesto es: Porque lo disfruto, porque es lo que se me ocurre, por que es un reflejo de lo que hago, lo que sé o lo que soy, porque mi cabeza puede ser así de random.
Y comencé a aflojar…
A veces nos resulta tan fácil ser nuestro propio verdugo que nos olvidamos de la esencia, de ese primer bosquejo de idea que nos impulsó a hacer lo que hoy hacemos, eso que nos ilusionó. En el camino, aveces perdemos la diversión y el goce.
Lo mejor es que las etiquetas se queden en el closet.
Es que hay veces que disfrazamos de racional a las inseguridades. Suena un tanto absurdo, pero sí, tuve que ser estricta para dejarme fluir, tener ideas que no son ni malas, ni buenas, solo ideas. Ser random y disfrutarlo.
Si estamos en una sociedad en la que discutimos diariamente para dejar de señalar y juzgar al otro por su forma de ser, apariencia, gustos y creencias; ¿por qué no comenzar por dejar de sentenciarnos a nosotros mismos?
Nos leemos en la siguiente.
XO